lunes, 29 de septiembre de 2008

No, no es así. No se empieza así. Trabajar a la par de tus cartas es difícil para mi. Deberías comprender que tus mecanismos exigen un sin fin de operaciones de traducción y traslación en mi cabeza. Son miles de celulas navegando en mi cerebro y yo no se poner semáforos Jorgito... A mi no me gusta esto de la oficina, de tus paneles grises y aburridos, del cúbiculo eterno y siempre lleno, tan lleno de luz. Una luz que por otra parte no puede más que permanecer por fuera de las ventanas inmensas de mi escritorio. Es malicioso, porque vos sabés que me exigís demasiado y sabés que yo no tengo las condiciones para responder a todo eso. Soy esto, y no otra cosa. ¿Qué hacemos entonces? A mi me parece que vos te aburriste de todo esto y me parece que me puede doler más de lo que creía que te aburra mi persona o mis comentarios o mis piernas ya siempre iguales, con las mismas medias. Porque aunque te guste la pollera que tengo siempre limpia para vos ya la conocés y yo ya no puedo darte nada nuevo. Entonces ahora me convertí en otra como ella, igual a ella. Yo que fui para vos una vía de fuga ahora no soy más que lo mismo de lo que huías. Y juro que no quise Jorge, yo de verdad no quise convertirme en esto para vos. Pero entendé que no controlo los mecanismos. Son miles, miles de celulas. No puedo frenarlas, o dirigir el tránsito. Es así, la vida se pasa y es así. Y yo solo tengo hoy la certeza de que te pierdo. Y se también que no hay ni tacos ni poyeras ni medias ni un cuerno que pueda hacer para retenerte porque cuanto más intento retenerte más te me escurrís como una música que se aleja en un auto. Un tango triste, eso. Buenos Aires ahora me parece tan triste y sin embargo ha sido la París de mis sueños otros días. Claro, igual es como me decís siempre. Yo no conozco París, yo vivo en un tapper, yo jamás he viajado y entonces ¿para qué hablar? ¿Para qué inventar tanto, no? Hay que vivir con lo que se tiene. ¿Cómo hago con vos? ¿Cómo hago conmigo ahora? Aveces puede no ser tan difícil nose. Jamás me imaginé que las cosas iban a terminar así. Ah, pero cuando leas esto, seguro vas a entender un poco más. Seguro vas a entender la soga, la sangre, las lágrimas, la histeria y de a poco me convertiré en un recuerdo borroso y nada más que eso y habré dejado de perturbarte con mis caprichos, con mis gritos, con mis reclamos de atención, de que la dejes, de que me elijas, de que todo eso que ahora no es más nada para mi. No significa nada. Dejo antes de que me dejen porque no soporto encontrarme y lamerme las heridas, sentir el gusto a lechuga podrida que tiene la sangre. Ahorrarme la situación humillante. De todos modos me puse la poyera que te gusta, la que sabe tanto más que vos y yo y que nos escuchó decir guarangadas, arrumacos, proclamar manifiestos socialistas y programas mundiales contra el consumo. No, no, no quiero ahora sentimientos de culpa porque me dan más pena. Dejalos ir... si ya se. No tendría que haber sido de esta forma, no tendría que haber sido así. Pero no tengo más motivos Jorge... ¿No es por vos entendés? Una vez en la vida lo hago por mi. El favor es para mi, no para vos. Es mejor asi. Envejecerás con Mimí y las cosas serán como soñaste a los pies del altar. Antes de que te aburrieras de tu vida, de tus hijos, de su ropa y sus palabras, de la cotidianeidad que nos abofetea a todos. Yo también me puedo aburrir... yo también.

No hay comentarios: